Mutilación genital femenina y placer sexual

Ilustración educativa sobre el impacto de la mutilación genital femenina en el cuerpo.

En algunas partes de Asia y África, las mujeres son sometidas a la mutilación genital femenina (MGF), procedimientos que implican la extirpación parcial o total de los genitales femeninos externos por razones no médicas. La práctica está arraigada en normas culturales, religiosas y sociales, y a menudo, está motivada por nociones percibidas de limpieza, modestia y adhesión a los ritos tradicionales de pasaje.

Al crecer en Pakistán, donde la MGF es practicada en secreto por algunos grupos minoritarios, no estaba al tanto de ello hasta mi adolescencia. Este secreto en torno a la mutilación genital femenina, que es común en muchos otros lugares donde se practica, la convierte en un problema en gran parte invisible y, por lo tanto, ignorado. Sin embargo, dado su impacto en el bienestar humano, es importante poner fin a este silencio y comenzar a tener conversaciones abiertas al respecto. Escribo este blog con este espíritu, para entender la MGF y separar los hechos de los mitos.

Dado que la mutilación genital femenina es un proceso biológico, mientras que los hombres y las mujeres son más bien una distinción social, este artículo se referirá a las niñas, adolescentes, mujeres y personas que nacen con vagina como “mujeres”.

Tipos de MGF

A nivel internacional, la práctica de la mutilación genital femenina se reconoce como una violación de los derechos humanos de las mujeres. Entre otros impactos en la salud, la MGF tiene profundas consecuencias para el placer sexual. La extirpación o alteración del tejido genital sensible puede conducir a una pérdida de sensibilidad, dolor durante las relaciones sexuales y dificultad para alcanzar el orgasmo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica la MGF en cuatro tipos principales:

Tipo I – Clitoridectomía: Consiste en la extirpación parcial o total del clítoris, un órgano pequeño y sensible situado por encima de la abertura de la uretra. En algunos casos, el prepucio (pliegue de la piel que rodea el clítoris) también puede ser eliminado.

Tipo II – Escisión: Consiste en la extirpación parcial o total del clítoris y los labios menores, con o sin la extirpación de los labios mayores. Las partes restantes de los labios mayores se pueden coser juntas, dejando una pequeña abertura para la orina y el flujo menstrual.

Tipo III – Infibulación: Este tipo es la forma más severa de MGF. Implica la eliminación del clítoris, los labios menores y una porción de los labios mayores. El tejido labial restante se cose, dejando una pequeña abertura para la orina y el flujo menstrual. La infibulación crea un sello, que puede necesitar ser cortado para las relaciones sexuales y el parto.

Tipo IV – Sin clasificar: Esto incluye todos los demás procedimientos dañinos para los genitales femeninos con fines no médicos. Esta categoría abarca una gama de prácticas, tales como pinchazos, perforaciones, incisiones, raspado, etc. y cauterizar el área genital.

Impacto de la MGF

La MGF inflige efectos inmediatos a corto plazo, como dolor agudo, sangrado y el riesgo de infecciones debido a condiciones poco higiénicas durante el procedimiento. Las consecuencias a largo plazo incluyen dolor crónico, dificultades menstruales, problemas sexuales como el dolor durante las relaciones sexuales y la reducción del placer sexual y trauma psicológico como la ansiedad y la depresión. Las complicaciones durante el parto aumentan, aumentando el riesgo de lagrimeo y la necesidad de intervenciones médicas. La anatomía alterada de la MGF también conduce a infecciones recurrentes y la formación de quistes.

MGF y placer sexual

Como se mencionó anteriormente, la MGF puede tener impactos significativos y duraderos en el placer sexual. Antes de profundizar en esto, es importante tener en cuenta que las experiencias pueden variar entre las personas y no todas las personas que se han sometido a la MGF tendrán los mismos resultados. El impacto en el placer sexual depende del tipo de MGF realizada, las variaciones individuales y las circunstancias que rodean la práctica.

Algunas de las formas en que la MGF afecta el placer sexual son:

Sensación: En la MGF, la extirpación o alteración del tejido genital a menudo resulta en una pérdida de sensibilidad. El clítoris, un órgano clave para el placer sexual, puede ser removido parcial o completamente. Esta pérdida de terminaciones nerviosas puede conducir a una disminución de la excitación sexual y dificultad para experimentar placer durante las actividades sexuales.

Relaciones sexuales: Las alteraciones causadas por la MGF pueden resultar en dolor durante las relaciones sexuales. Las cicatrices, el daño tisular y la ausencia de lubricación natural pueden contribuir a la incomodidad, haciendo que la actividad sexual sea una experiencia dolorosa o incluso traumática para algunas mujeres.

Orgasmo: Debido a la eliminación o alteración del tejido genital sensible, las personas que se han sometido a MGF pueden encontrar difícil alcanzar el orgasmo. Los cambios fisiológicos pueden interferir con el ciclo normal de respuesta sexual, lo que dificulta que algunas personas experimenten satisfacción sexual.

Impacto psicológico: Más allá de los efectos físicos, la MGF puede tener profundas consecuencias psicológicas. La ansiedad, el miedo y una imagen corporal negativa pueden ser el resultado del trauma asociado con la práctica. Estos factores psicológicos pueden contribuir aún más a las dificultades para disfrutar y participar en actividades sexuales.

Relación: Las consecuencias físicas y psicológicas de la MGF pueden forzar las relaciones íntimas. Las relaciones sexuales dolorosas y las dificultades en la realización sexual pueden conducir a problemas de relación, afectando tanto al sobreviviente como a su pareja.

El futuro de la MGF

Abordar la práctica de la mutilación genital femenina en nuestras sociedades requiere un enfoque multifacético que abarque la participación de la comunidad, la educación y las medidas legales.

Dada la sensibilidad del tema y su enredo con la religión y el patriarcado, es importante que un diálogo comience desde el interior de la comunidad que lo practica. Los líderes comunitarios, las autoridades religiosas y las organizaciones de base tienen un papel que desempeñar aquí, para desafiar las creencias arraigadas y crear conciencia sobre la práctica. Esto no es solo un enfoque empático que evitaría el ataque y la estigmatización de la comunidad como resultado del activismo fuera de lugar, también es nuestra mejor oportunidad de desarrollar estrategias que se ajusten a las necesidades de la comunidad y, por lo tanto, funcionen realmente, como destacó la sobreviviente de la MGF y activista contra la MGF de Kenia Sadia Hussein.

Al mismo tiempo, necesitamos una educación más sensata y sensible con respecto a la MGF. La educación puede empoderar a las personas con conocimientos sobre la salud reproductiva, la higiene y los efectos adversos de las prácticas nocivas. Las escuelas, los proveedores de atención médica y los líderes comunitarios pueden difundir información precisa y fomentar un cambio en las actitudes hacia la MGF.

Y por último, las medidas legales son esenciales en este esfuerzo. Promulgar y hacer cumplir leyes que tipifiquen explícitamente la práctica como delito, junto con sanciones para quienes la realicen o la promuevan, envía un fuerte mensaje sobre el rechazo social de la MGF. También en este ámbito, es importante redactar leyes en asociación con la comunidad, sobre la base de sus realidades vividas y perspectivas internas, en lugar de los estereotipos racializados y de género sobre ellas.

Autor: Sherbano Khan es un periodista convertido en investigador etnográfico interesado en temas en la intersección de género, raza y clase.

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